Mapa Sensible :: El Local

Valle acaba la travesia de su particular cartografia por entidades i servicios del barrio. Esta vez fondea en el Centro de Atención Socio Sanitaria "El Local"

El Local – foto Ester Molera

Esta vez toca ir a conocer un poco más a fondo el Centro de Atención Socio Sanitaria “El Local”. Hace varios años que trabajan en el barrio, pero sólo unos meses que se encuentran detrás de la Biblioteca Font de La Mina.

Entramos Xavi y yo en la sala de “educadores”, donde nos reciben Laura, coordinadora del proyecto, y Jordi, uno de los educadores de calle.

Un poco apurados de tiempo, porque a las 11 de la mañana abren ya sus puertas al público y después es ya imposible moverse por el espacio (como pudimos ver cuando nos acercamos a concertar la entrevista, por la cantidad de gente que hay); nos hacen una pequeña visita guiada por las instalaciones, comenzando por la puerta de entrada, para que tengamos la misma visión de las personas que utilizan este espacio.

Justo en frente, nos encontramos con el mostrador, el servicio de acogida y el lugar donde se desarrolla el PIX (Programa d’Intercanvi de Xeringues), el intercambio de agujas y se donan preservativos. Aquí ofertan también la posibilidad de darte una ducha caliente, algo de ropa, o incluso taquillas.

En la primera visita al centro, se ha de firmar un “Contrato Inicial” en ese mismo punto, donde la persona se compromete a cumplir las normas y la forma de trabajo, así como a respetar tanto el espacio como a las personas que allí se encuentren, es decir, derechos y deberes de los usuarios. No es necesario poner un nombre real, ni ningún otro dato en el formulario, ya que sólo es una forma de tener un control de cuántas personas pasan por allí.

Pasamos a la sala donde se lleva a cabo el Calor-Café. Aquí, se ofertan no sólo almuerzos, sino que es un espacio de reposo y de encuentro para compartir el tiempo y las diferentes experiencias vitales. Es una parte del proyecto bastante interesante, ya que supone no sólo, el recobrar fuerzas tras la consumición, sino también un espacio donde resguardarse, (si vives en situación de calle por ejemplo), o donde relacionarse. Para los educadores, parece ser un lugar de encuentro y mayor conexión con los usuarios.

Y por último a la sala de venopunción, que cuenta con ocho espacios, equipos y profesionales que velan por una condiciones de mínimas de higiene y salubridad en la administración de dosis. Realmente en la zona metropolitana no hay otro lugar similar, a excepción del CAS del Forum, pero que cuenta sólo con un espacio habilitado para consumir.

Hablamos un poco de las necesidades que observan en el servicio, que cuenta también con una parte de prevención y de trabajo individualizado. Esta parte preventiva consiste en talleres/charlas en institutos y centros educativos, que llevan a cabo los educadores de calle, en conjunto con otros auxiliares del centro. Una propuesta interesante ya que conocen bastante bien no sólo el trabajo que se realiza para mostrárselo, sino también el día a día, el pulso de la entidad.

Racons amagats de consum a l'espai públic – Maig 2014 – Foto Arxiu ddlm

Cuando una persona quiere realmente cambiar su situación, modificar sus rutinas, pasa a hacer una entrevista con una educadora social en el mismo centro. Esta es quien le da el apoyo necesario, y hace las derivaciones pertinentes a comunidades terapéuticas o proyectos similares, acordes con el perfil personal.

Resaltan como necesidades del proyecto el alargar el horario el servicio, así como las horas de trabajo del médico que acude al centro. También ven importante la incorporación de un perfil de psicología en el equipo, como un apoyo importante tanto para los usuarios como para el propio equipo de profesionales que ven necesario en ciertas ocasiones una figura de este tipo. También destacan que la configuración del equipo profesional se completaría mejor con una figura del ámbito legal, que en otras salas de venopunción parece funcionar bastante bien, aunque sólo sean un par de horas semanales, para aconsejar a quien lo precise sobre las diferentes problemáticas legales con las que se encuentran muchas de las que usan la sala y que el equipo actual no siempre es capaz de solventar.

Y realmente ya no nos da tiempo a más, ya comienzan a oírse usuarios a la puerta de la verja, y es momento ya de que nosotros nos vayamos. No sin antes conocer, más bien en un rápido saludo, al resto de la plantilla profesional que allí se reúne, unos 18 en total entre educadores, enfermeros y auxiliares, y una administrativa. A ellos se les suma un médico, pero unas escasas ocho horas semanales que, claramente, no llegan a nada.

Nos despedimos recogiendo un poco su imagen del barrio como entidad que aquí trabaja. La relación con los vecinos es, pues bueno, quizá la que cabía esperar. A todos nos gusta mucho hablar de solidaridad y de ayudar y apoyar a personas con cualquier tipo de problemática, pero no en mi patio de atrás claro. Así que en ese aspecto, y aunque después de un tiempo ya en el barrio, parece que la situación va mejorando, muy lentamente. Desde Venus continúan arrojándose objetos hasta el patio del Local, pero quizá ya no con la misma frecuencia de los primeros meses. El rechazo social hacia la situación del centro viene también un poco por el lugar donde se encuentran, justo detrás de Venus, como “ facilitándole las cosas” para un mayor, y mejor, consumo.

También está el “problema” con la Biblioteca, ya que hay chavales cerca, o el parque del Besòs, que está situado justo delante. Por lo menos, y aunque lleve poco tiempo aquí, sí que he sentido este tipo de comentarios en alguna ocasión, “justo la ponen aquí que es por donde se mueven los niños, además del cole”. En fín, cualquiera encontraría alguna excusa por la que no situarlos aquí o allá.

La ubicación pues, es importante. Hace unos meses, desde agosto concretamente, que se instalaron aquí, detrás de la Biblioteca, pero sólo temporalmente, mientras reforman el CAP, donde tendrán ya un espacio fijo, en principio.

Pero bueno, parece que entre los datos que van mostrando, y el trabajo de concienciación que hacen los educadores de calle durante sus rutas, la percepción de los vecinos (de los cuales muchos no conocían realmente la labor que allí se realizaba), va cambiando, y comprenden, o parecen comprender mejor, los objetivos y la forma de trabajar que allí se desenvuelve.

Y una vez trabajando la parte de los vecinos, quizá debería plantearse una visión más global y coordinada en la aplicación de las políticas de reducción de daños por el consumo de estupefacientes. La tarea de la sala de venopunción es la de permitir a sus usuarios un entorno con unas condiciones de sanidad y seguridad que no encuentran en la calle. La tarea de la policía es la de minimizar los efectos del consumo de drogas. El espacio de intersección entre las dos funciones pone en dificultad la acción del centro.  

En este sentido, nos comentan que tienen bastantes problemas con los usuarios, o con los posibles usuarios que se acaban alejando del centro por el miedo generado por la presencia policial. “A veces se colocan en la puerta y paran y cachean a varias personas que, finalmente, se van a consumir a la calle, a un lugar apartado, después de tener que repetir el proceso (y quizá ya no de la misma manera), de conseguir el dinero que necesitan”. Esto provoca una traba y un retroceso en la labor que desde el centro se realiza, y deja a relucir que aún queda trabajo por hacer.

He tenido también, el placer de acompañar a Jordi y a Raúl, educadores de calle, en una de sus rutas por el barrio. Lo cierto es que ponen muchísimas facilidades a la hora de poder conocer bien el proyecto, casi parece que estés dentro en algunos momentos. Caminamos bastante tiempo, por lo que pude consultarles muchas dudas que me habían surgido tras la primera entrevista, además de observar la labor, no sólo de recolección de jeringuillas, sino de trabajo con las personas, consumidoras o no. Tratan de dar a conocer el espacio a aquellos que no saben de su existencia, mantienen relación con algunas de las personas que por algún motivo ya no la emplean, o por lo menos no con la frecuencia deseada,  y saber el por qué de esa decisión. Yo entiendo esto como una forma de relación, más de tú a tú que quizá entre las cuatro paredes del local, más de confianza, más cercana.

Paso subterraneo entre La Mina y La Catalana, bajo ronda litoral i vias de Renfel – foto arxiu ddlm

Charlamos sobre la importancia de los límites emocionales para con las personas con las que trabajan, ya que, en ocasiones es muy fácil perder el norte, dejase llevar, lo que repercutiría gravemente en la intervención, o cuanto menos en la calidad de la misma. Ante esto, el peso que tiene un buen ambiente en el grupo de trabajo, con los compañeros, como una salida ante los momentos difíciles de la intervención con las personas. A pesar de tener reuniones semanales, los espacios de desfogue o “dispersión” cuando la situación supera a uno mismo los van teniendo entre medias del horario, o quizá al cerrar la puerta metálica de atrás, pero no cuentan con un espacio específico para ello.

Pese a las dificultades que puedan encontrar por el camino, siguen acudiendo allí todos los días, saliendo a dar largos paseos por el barrio y los alrededores, sin perder en ningún momento la sonrisa que ambos, al igual que el resto de compañeros, tienen dibujada en la cara.

 

solar calle Llull – foto Ester Molera

 

 

 

 

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