Mapa Sensible :: Una tarda al club de lectura.

Todo comienza en una pequeña y acogedora sala, en la primera planta de la biblioteca. Dos de las cuatro paredes son de cristal, lo que permite que la luz natural llene la estancia, compitiendo con el tono anaranjado, cálido, de las tres lamparitas que, a medida que cae la tarde, va siendo cada vez más predominante. En el centro, una pequeña mesa con dos botellas, vasos y unas galletitas para acompañar el encuentro. A su alrededor, cómodas sillas de tapicería roja, alternadas por otras más sencillas de madera y un par de mesitas redondas. Al fondo, en el centro de la pared opuesta a la puerta de entrada a la sala, una bonita estantería de madera con un estilo clásico, completando así la ambientación perfecta para una sala de lectura y reflexión compartida.

Son las cinco y media del primer lunes del mes de octubre, y poco a poco las sillas vacías van siendo ocupadas por mujeres muy diversas, de distintas edades, orígenes, intereses, experiencias de vida… todas con el mismo libro entre las manos, el libro que esa tarde guiará su encuentro. La sala se va llenando también de conversaciones, de interés, de confianza y respeto.

Una vez han llegado todas, da comienzo la sesión, dando la bienvenida a las nuevas participantes, y pasando lista de aquellos que no han podido asistir. Me presento, y al instante me siento como si estuviera en mi propia casa, la complicidad y unión del grupo pronto me envuelve y soy una más en él. Seguidamente, da inicio la conversación, en un tono cotidiano, en el que entra mucho en juego lo vivencial, las sensaciones y reflexiones que han aflorado en cada una de ellas a partir de la lectura, así como su propia experiencia de vida ya que, en este caso, el relato está ambientado en la Libia de los años 70, durante el régimen dictatorial de Gadafi, época que ellas mismas vivieron y recuerdan.

Va avanzando la tarde y, tras hora y media de conversación, se han tratado diversos temas, desde diferentes perspectivas, alcanzando un grado de análisis y reflexión propio de las personas más eruditas; se ha hablado de política, de historia, de temas sociales, de relaciones, de los puntos de vista y la historia de los diferentes personajes… con un nivel de profundidad, de entendimiento y humildad que me ha tenido cautivada toda la sesión.

“No tenemos cultura académica, tenemos cultura de la experiencia”

Los comentarios sobre la historia se iban alternando con relatos personales, sobre vivencias e intereses propios, unas veces relacionados con la lectura y otras no tanto. Esto es precisamente lo que facilita la flexibilidad en cuanto a la dinamización de la sesión, pues la persona que dirige la sesión es una más en el diálogo. Todo fluye, y se deja fluir, sin presión a la hora de participar, sin un guión que limite los temas a tratar, sin cortes ni censuras. Es un espacio de reflexión, análisis y crítica en un ambiente en el que el respeto, la confianza y la libertad son los pilares fundamentales que propician la creación conjunta de conocimiento.

El club de lectura tiene una historia de unos siete años, tiempo en el que muchas de las personas que esta tarde estaban aquí han participado, y han creado un vínculo especial entre ellas y con el barrio.

El barrio, precisamente, es el tema con el que se da cierre a la sesión. Las participantes del grupo viven, en su mayoría, en La Mina, y algunas vienen del Besòs. Todas ellas se sienten muy contentas de formar parte de este grupo, y cada vez que tienen oportunidad, dicen con orgullo que ellas vienen al club de lectura de la biblioteca de La Mina, ante el estupor como respuesta de algunas personas, que se dejan llevar por los comentarios estereotipados que se escuchan sobre el barrio. “Te miran con una cara… -¿Pero tú eres de La Mina? -Sí, señora, allí hay personas”.

Entre las participantes hay un sentimiento compartido de unión al barrio, y de preocupación por la conservación y la revalorización del mismo, ante la evidente necesidad de desmitificar su imagen. No todo es malo, pero para saberlo primero hay que conocerlo. “Se tiene que vivir para saber qué pasa”. “Yo he aprendido mucho de La Mina viniendo aquí”. “Es una de las bibliotecas más hermosas de Barcelona” y, sin embargo, hay voces que no entienden que se desaproveche un servicio así en un barrio como La Mina. Nuevamente: “Sí, señora, allí hay personas”.