Una mina de leyendas :: Un burro en el cuarto primera

Este verano nos embarcamos en nuestra propia nave del misterio para adentrarnos en la dimensión donde se encuentran las leyendas y las historias para no dormir.

Creemos que existe una quinta dimensión mas allá de lo que conocemos. Una dimensión tan basta como el espacio infinito. Se trata del punto exacto entre la luz y la oscuridad, entre la ciencia y la superstición. Existe entre el abismo de los miedos del hombre y la refulgencia de sus conocimientos.

Bienvenidos a nuestro barrio, una mina de leyendas inagotable… Esta semana hablamos de que algún vecino subió un burro a su piso.

 

 

Seguramente esta sea la leyenda más (junto con la del derribo del barrio) conocida y comentada sobre el barrio.

Pero justo cuando empezamos a investigar sobre su posible veracidad y origenes nos encontramos que esta leyenda es la leyenda por antonomasia de todos aquellos barrios de creación casi instantánea del desarrollismo franquista con población (o no) gitana.

En el libro España ante sus fanstasmas: un recorrido por un país en transición de Giles Tremlett ya se habla de este caracter universal de la leyenda relacionándola con la población gitana:

“Se dice que fué en las torres de las Tres Mil donde nació una de las leyendas urbanas españolas más imperecederas. Un gitano viejo que no sabía que hacer con su burro en un piso de la cuarta planta le construyó un establo en la habitación de invitados. De día el burro trabajaba o, simplemente pastaba en los arcenes de las Tres Mil. Pero por la noche su dueño lo montaba en el ascensor y se lo subía a casa. Un fotógrafo de la zona le sacó una foto al burro cuando se asomaba por la ventana. Desde entonces ha habido avistamientos de burros, casi siempre falsos, en los pisos donde viven gitanos por toda la geografía española.”

Resulta que esta conexión con las Tres Mil viviendas de Sevilla no acaba aquí sinó que años después, y a raíz del trabajo realizado para el documental Poligono Sur, el arte de las tres mil  se realizó un montaje para inmortalizar esta leyenda.

Otros autores indican que seguramente un posible origen de esta leyenda es el paso que se produjo en la población de medios rurales a medios urbanos.

“La cueva también era símbolo del complejo socioeconómico tradicional, frente a la casa, que tiene un matiz de transición al modo urbano «castellano», que ha llevado a la supresión de algunas de las partes de la anterior estructura en la que junto a la vivienda se incluía la cuadra, el taller artesanal, el negocio o el salón de baile. Esta diferencia de estructura entre la casa y la cueva creó una serie de problemas en los gitanos, que del día a la noche se encontraron de la cueva en la casa. A modo de ejemplo podemos decir uno de los muchos casos que ocurrieron. Cuando les dieron las primeras casas a los gitanos, algunos se empeñaron en meter el burro en el piso, lo que produjo una fuerte reacción negativa en los vecinos «castellanos». De igual modo hubo protestas de los golpes y lumbres que hacían los gitanos artesanos en las casas.”

En Barcelona el paso no fué de las cuevas a los pisos pero si de las barriadas de barracas y de los espacios descampados a los pisos como los del barrio de La Mina.

En el Campo de La Bota, Montjuïc, la Perona o el Somorrostro la presencia de animales conviviendo con humanos era habitual y eran utilizados como animales de carga o tiro. También hay que destacar que La Mina en origen estaba poblada por diferentes famílias dedicadas a las labores del campo y muchas poseían caballos y burros para sus tareas diarias.

Así la historia del burro en el piso nos conecta con una realidad ya perdida, de unos entornos semirurales perifericos a los centros historicos de las ciudades sustiutidos por la gran ciudad infinita y su impermeabilización naturalista.

Además, tradicionalmente, los trabajos realizados por la población gitana han estado relacionados con la cria, cuidado, venta y uso de caballos. En el barrio ha habido hasta hace relativamente pocos años varias cuadras de caballos y era habitual la presencia de caballos por la zona litoral del mismo.

Resumiendo, la historia de que alguien subió un burro al cuarto y tenia una habitacion habilitada a modo de cuadra es sin duda una de esas historias que nos conectan con un pasado y unas formas de vidas ya casi olvidadas (¿cuantos burros has visto en los ultimos dias?) pero que estan a la vuelta de esquina de nuestros recuerdos.

 

 

 

 

 

La imagen que acompaña este articulo forma parte de la lámina que Guillem Pla nos ha hecho para los artículos de "Una mina de leyendas".