Una mina de leyendas :: El desalojo y derribo del barrio

Este verano nos embarcamos en nuestra propia nave del misterio para adentrarnos en la dimensión donde se encuentran las leyendas y las historias para no dormir.

Creemos que existe una quinta dimensión mas alla de lo que conocemos. Una dimensión tan basta como el espacio infinito. Se trata del punto exacto entre la luz y la oscuridad, entre la ciencia y la superstición. Existe entre el abismo de los miedos del hombre y la refulgencia de sus conocimientos.

Bienvenidos a nuestro barrio, una mina de leyendas inagotable… Esta semana hablamos del desalojos de vecinos del barrio y sus realojo en otros municipios.

 

Esta es sin duda una de las leyendas más recurrentes sobre el barrio. No es difícil encontrar comentarios sobre que gente de La Mina va a ser desplazada o realojada en diferentes municipios del area metropolitana (o mas lejos) como parte de un plan de mejora del barrio. Una especie de “que vienen los romanos” a la inversa y que parece entroca con los miedos más ancestrales de las comunidades.

 

Lamentablemente esta es también la leyenda que tiene un transfondo histórico más real ya que si que existió un plan de transformación del barrio que se basaba en el derribo de gran parte del barrio y retorno de sus vecinos a “sus lugares de origen” (pueblos o ciudades paternas o maternas) o su distribución por diferentes municipios y ciudades de Cataluña.

Ese plan es conocido como el Plan Regesa y fue encargado (como propuesta teórica según sus declaraciones) por el Ayuntamiento de Sant Adrià a finales de los años 80.  

No hemos podido localizar el documento en cuestión pero la Plataforma d’Entitats i Veïns del barrio relata ese momento en un artículo extenso publicado en el Habitat International Coalition.

“Respecto al movimiento vecinal, es importante recordar que delante de tanta degradación y de la inoperancia de la Asociación de Vecinos comienza a aparecer, hacia 1987, un movimiento vecinal para tomar posturas delante de una administración cataléptica y unas mafias que actuaban a sus anchas. Ese nuevo movimiento vecinal se llamaba "La Permanente" y estaba impulsada por Paco Marín, vecino del barrio y regidor del Ayuntamiento de Sant Adrià. Esta Permanente, con la participación progresiva de personas preocupadas por la situación del barrio, intentaba crear un Proyecto Alternativo para el barrio de La Mina. La Permanente convocó asambleas de barrio y logró reunir en la plaza del Centro Cívico unas 3,000 personas.

Las Administraciones eran como un muro donde rebotaban todas las propuestas que salían del barrio y eso se debía a que aquella catalepsia que sufrían era muy "selectiva". En realidad lo que las Administraciones querían era dejar que el barrio se degradara más para que ya no hubiese solución y así "hacer desaparecer" a La Mina, repartiendo a los vecinos por toda Cataluña y recuperando los terrenos para el mercado libre.

El Alcalde de Sant Adrià, Antonio Meseguer, negaba todos esos rumores, se ofendía mucho cuando se le preguntaba por esas cuestiones y decía que todo era mentira. Pero, en diciembre de 1987 "una mano inocente" fotocopió un documento de REGESA (la empresa que debía llevar a cabo la demolición del barrio de La Mina con un presupuesto de 3,700 millones de pesetas) y lo hizo llegar a la Permanente.

La Permanente decidió publicarlo en la prensa (el 16 de enero de 1988) y elaboró un Manifiesto con estos tres ejes:

– Queremos seguir viviendo en La Mina.

– Queremos vivir en una Mina Digna.

– Queremos participar en la mejora de nuestro barrio.

Además, se organizaron una serie de movilizaciones sociales que tuvieron la virtud de "paralizar el proyecto". A modo de ejemplo, el 25 de febrero se cerraron todos los comercios del barrio y unos 1,500 vecinos fueron a pie al Ayuntamiento de Sant Adrià donde el Alcalde hizo el compromiso formal de no querer expulsar a la gente del barrio.

La Administraciones implicadas expresaron por activa y por pasiva que se trataba de "estudios teóricos", pero que en ningún caso querían derribar La Mina. Y la Permanente respondía que si no la querían tirar, ¿para qué gastarse dinero es estudios tontos? Nunca hubo sintonía entre ambas partes. Al mismo tiempo, la credibilidad del Alcalde era prácticamente nula (fuera de los adictos que tenía infiltrados en el movimiento vecinal y que hacían su papel).“

 

Esa propuesta parece que se quedó fijada en el imaginario colectivo de la población y es frecuente encontrársela de tanto en tanto.

Un ejemplo significativo de la difusión de esta leyenda lo tenemos en el siguiente vídeo donde Sito Canga, alcalde de Sant Adrià durante 17 años, niega que unos pisos construidos en La Llagosta sean para realojados del barrio.

El video comienza con un sonoro “La Mina me la quedo yo” y relaciona esta leyenda con la rumorologia desatada por intereses políticos.

 

 

Lamentablemente esta leyenda o rumor acompaña al barrio desde hace mucho y ya hemos comentado que despierta los miedos colectivos de aquellas comunidades que se ven como “receptores” de la población.

Una de esas ocasiones fue en la llamada Intifada del Besòs. En esta ocasión la población que iba a ser supuestamente receptora del desalojo de vecinos del barrio era la barriada adyacente, el Besòs, cosa que ayudó a inflamar más la situación.

Las protestas vecinales se desencadenaron por la construcción de pisos en terrenos destinados a equipamientos pero otra vez el rumor de que además iban a ser destinados a vecinos del barrio de La Mina hizo su presencia.

Manuel Fuentes i Vicent hizo una crónica de aquellos hechos para su serie de artículos a l’Independent de Sant Adrià.

“El 9 d’octubre de 1990, uns 200 veïns del barri s’enfrontaren al mossos d’esquadra quan aquests intentaven protegir els operaris que anaven a fer la tanca  dels terrenys anomenats de la “palmera” (un veí la va plantar, fa uns anys, expressant el seu desig de que algun dia esdevingués zona verda) i on s’havien de construir 196 habitatges socials.  Aquests terrenys eren, segons una antiga reivindicació del barri, el lloc on s’havien de construir els equipaments socials i cultural que faltaven al barri. Ja des de finals d’abril de 1989 s’havien perfilat dues tendències entre el veinat, una que no volien els habitatges (per evitar que vingués gent de la Mina) i l’altra que el que volia era el compromís de les administracions en la construcció dels equipaments.

Malgrat la confirmació de que els equipaments es farien en els baixos del edificis,  els aldarulls, manifestacions (alguna amb més de 2500 persones)  van seguir i van tenir el seu moment més àlgid el dia 25d’octubre, en que es van comptabilitzar al menys disset ferits entre ells tres policies, i que varen seguir durant quatre dies més, en que fins i tot es va arribar a disparar al mossos amb trets de foc real i còctels  molotov , i en que es van fer més de quinze detencions. El dia 29 els veïns reunits en assemblea varen acordar deixar la violència i començar la via de les negociacions, amb la mediació del síndic de greuges.”

 

 

En algunos casos la leyenda se extiende (en número y radio de acción) y para acabar podemos encontrarla en algunos foros como el de Racó Català donde se anuncia que unos 5000 vecinos del barrio (una tercera parte de su población) van a ser realojados en Manresa.

 

Lamentablemente esta leyenda todavia acompaña al barrio y a sus gentes y es facil encontrar gente que jura y perjura que una gran cantidad de “mineros” van a ser los destinatarios de tal o cual promoción inmobiliaria en los rincones más insospechados de la geografía catalana y despertando las reacciones al más puro estilo “no en mi patio trasero”.

 

La imagen que acompaña este articulo forma parte de la lámina que Guillem Pla nos ha hecho para los artículos de "Una mina de leyendas".